miércoles, agosto 05, 2009

Casa Primicia, en Laguardia



Después de casi un año, al fin, puedo dedicar un post a una de las maravillas de Laguardia.
Traspasar la puerta de la Casa Primicia suspuso un acercamiento sincero al origen de mi pueblo, rozar los breves recuerdos que cada uno tenemos de nuestro nacimiento o envolverme en las sensaciones mas calidas y emocionantes de la historia, de nuestra historia.
Desde el primer momento se siente una agradable sumisión a su arquitectura.
Un fuerte impacto visual causado por la altura del techo del espacio principal, imposible de imaginar desde la calle, supone la entrada a una nueva dimensión.
Uno se empequeñece ante el flujo de acontecimientos y sucesos que tuvieron que producirse entre las paredes que hoy custodian el tiempo.
Pasado, presente y futuro coexisten sin posible riesgo de fricción.
Restos de una calzada, excavaciones arqueológicas, calados de belleza silenciosa, vistas de un atardecer eterno, respetuosa aventura empresarial por y para el vino.
En minutos, quien decide rebasar la frontera de lo cotidiano queda envuelto por una atmósfera de atracción casi espiritual.
Se buscó, en Casa Primicia, trigo que delatara el cobro de diezmos, la décima parte de la cosecha, y primicias, los primeros frutos, pero no se encontró.
La investigación concluía con la certeza, segura, que la uva y el vino tienen importancia en Laguardia, y en la comarca de la Rioja Alavesa, desde mucho antes de lo que se pensaba.
La casa se construyó, dicen, por el siglo XI a modo de un palacete de dos plantas, y en el siglo XV es cuando Casa Primicia da honor a su nombre.
En los magníficos y bien cuidados calados, que ocupan el subsuelo del edificio y son anteriores a la primera construcción, duermen y se crían los vinos de Bodegas Casa Primicia. Sus muros esconden, también, una historia real y otra virtual.
En el ala oeste, moderna, una sala para reuniones y alguna habitación esperan a todo aquel cofrade de la bodega que apueste por el vino de esta casa y quiera disfrutar con emoción de una estancia inolvidable y esclarecedora.
La Guarda de Navarra, nombre de este blog y nombre original de Laguardia cuando Sancho Abarca la fundara allí por el año 908, recomienda la visita a este lugar de peregrinación, para aquellos que amamos el vino, y, por que no, la reserva de una de sus 201 barricas que serán la llave para poder utilizar con exclusividad sus instalaciones.
Vino, historia, sensaciones,… ¡Para perderse y dedicarse a la vida contemplativa!